En Amara Berri Morlans un grupo de padres y madres debatieron cómo cambiar la funcionalidad de un patio que, hasta ese momento, solo se utilizaba para dar patadas a un balón o para sentarse en su frío cemento a charlar en grupo. Fueron esos mismos padres y madres quienes hicieron una propuesta para que el alumnado que no tenía inclinaciones deportivas pudiera disfrutar también de su espacio.

El primer proyecto que plantearon era mucho más revolucionario que lo que se ha materializado porque la zona deportiva apenas ocupaba el 25% del recreo. Esto chocaba demasiado con las necesidades del propio colegio ya que comprometía hasta las actividades extraescolares y, finalmente, de una negociación entre esos padres y madres surgió el proyecto que está a punto de dar a luz y en el que la mitad de la superficie es para canchas con balón –incluida la zona cubierta– y la otra mitad se transforma en un espacio lúdico donde «experimentar, hacer cosas en grupo, jugar… 

En este patio no solo hay una espectacular tirolina, sino todo tipo de elementos de psicomotricidad para alimentar la destreza de los alumnos y alumnas. En el lateral del edificio escolar se ha habilitado un minifrontón y un rocódromo. El nuevo recreo tiene asimismo un pequeño anfiteatro que no solo servirá para el recreo, sino para dar clase.