Cada año, el segundo domingo de junio, nos reunimos en un pequeño pueblo o barrio de Gipuzkoa e inmersos en un ambiente festivo, recordamos que los pueblos y las escuelas se necesitan mutuamente. Al fin y al cabo, un pueblo sin niños y niñas no tiene futuro, y un pueblo sin escuela no tiene vida.
Se trata de una fiesta para los niños y las niñas, los padres y las madres y profesorado de las escuelas pequeñas; para conocernos y disfrutar, para reivindicar la grandeza de lo pequeño, para celebrar nuestra diversidad.